top of page

Consciencia Emocional - El enojo que resuelve

Actualizado: 17 may 2022




"Cuanto más penosas son las consecuencias del enojo que las causas que lo produjeron" - Marco Aurelio.


El enojo, una emoción importante


A todos nos pasó alguna vez de enojarnos por alguna situación, expresar nuestro descontento y que las cosas queden aún peor que cuando todo empezó. Furia, ira, bronca, fuego, calor, movimiento, reacción, el enojo es una emoción que se nos presenta en variados momentos de nuestra vida, nos acompaña, nos complica y nos ayuda a enfrentarnos a un entorno que por momentos puede ser armonioso pero de un momento a otro puede volverse hostil.


La idea de este artículo es que logres comprender tu enojo para poder utilizarlo de una manera funcional, pasar del enojo que destruye al enojo que resuelve...

Como toda emoción el enojo surge como una respuesta sensitiva ante ciertos estímulos, aparece cuando las cosas no salen como esperamos, cuando nuestros recursos se ven comprometidos, cuando no aceptamos una situación, cuando pasa algo que no queríamos que pase, cuando alguien no cumple con nuestras expectativas, cuando nos frustramos, cuando nos ponemos tristes, cuando tenemos miedo, etc. ¿Qué tienen en común todas estas causas?. Todas representan un obstáculo para cumplir con nuestros objetivos.


El enojo surge cuando hay algo o alguien que imposibilita la consecución de nuestras metas o que no cumple con los estándares que establecimos como "correctos". Es una inyección de energía, un cosquilleo que nos invita a movernos por encima de nuestras capacidades normales para hacer frente a este obstáculo. Es la fuerza que necesitamos para cambiar, transformar la situación y que esta vuelva a los parámetros que consideramos "normales". Es un remanente de energía que está destinado a aumentar nuestros recursos para resolver el problema que nos produce la emoción.


El problema se centra en no saber como canalizarlo, de esta manera termina convirtiéndose en un factor que puede dañar aún más la situación a la que nos enfrentamos. Por lo tanto, ¿cómo utilizar adecuadamente esta energía tan particular?.


Lo mejor que podemos hacer para poder gestionar e influir adecuadamente en cada una de nuestras emociones es comprenderlas. Como lo plantee en otros artículos la clave está en profundizar en que es lo que nos quiere decir la emoción, cuales son sus elementos y cuales son los pensamientos o creencias que la disparan y/o refuerzan. La ira surge, no la podemos controlar, lo que podemos hacer es poner un poco de nuestro sistema racional para hacer frente a esta explosión de adrenalina. ¿Cómo hacemos esto?, para muchas personas es difícil poder pensar en un estado de enojo, es como si la mente se nublara por completo, como si estuvieras viajando en avión y este pasara por una tormenta eléctrica, solo te queda espacio para transitarlo. Por eso, la próxima vez que esto te pase trata de pensar una sola cosa, esta emoción es tuya, vas solo en el avión y si pretendes que sea otro el que lo maneje vas a estar en problemas. Es tu responsabilidad regular la intensidad con la cual esta emoción se expresa para evitar escalar los problemas, es decir empeorarlos y lograr resolver la situación que te causó este estado.


Empecemos por comprender, ¿de que se compone el enojo?.

  1. ¿Qué causa el enojo?. Un disparador, una causa, un pensamiento, una persona, un comportamiento, algo toca el botón rojo de tu amígdala cerebral y pone en funcionamiento los mecanismos del cerebro límbico y reptiliano con el fin de protegerte. Algo mueve tu avión hacia la tormenta.

  2. ¿Cuál es su sustrato biológico?. Como toda emoción, esta genera un movimiento fisiológico.

  3. ¿Cómo influyen en él nuestras conclusiones y creencias?. Toda respuesta que hagamos a un contexto viene condicionada por la forma en la cual interpretemos las situaciones que vivimos. Es crucial profundizar en cuales son los principios que nos mueven a accionar, que nos hacen pensar que alguien está actuando de manera "incorrecta", que una situación se tendría que dar de determinada manera, etc. Todo nuestro mundo se tiñe del color de nuestras creencias.

  4. Por último ¿Cómo expresamos el enojo?. Esta suele ser la causa numero uno para generar problemas vinculares y es uno de los motivos por los cuales expresar nuestro enojo está mal visto por la sociedad. No tenemos experiencia en como expresar esta emoción, el hermetismo social con respecto a mostrar nuestras emociones logró volvernos principiantes en el manejo de las mismas. Lo mejor de todo es que vivimos con ellas hace millones de años. Expresar el enojo de maneras que resuelvan la situación causante es la clave.

Creencia fundamental, Disparador que surge de una interpretación específica, respuesta sensitiva y expresión.


La causa del enojo, el disparador


Ya estuvimos hablando de este tema, pero ampliémoslo un poco. Nos enojamos cuando algo nos frustra. Nos quedamos trabados en el tráfico, alguien rompe una promesa importante, esperaba algo del entorno o de mi mismo que no se cumple, un dolor no me permite hacer algo, etc.


Cuando la energía del deseo, que se encamina hacia su realización encuentra un obstáculo, la traba que este produce genera una sobrecarga energética en ese deseo. Mis ganas de llevarlo a cabo eran tan grandes que toda mi energía se queda encapsulada, como cuando ponemos una resistencia en un circuito eléctrico para construir una pava eléctrica, eso genera un calor suficiente como para hervir agua. Esta sobrecarga es lo que llamamos enojo, y dependiendo de su intensidad se puede convertir en ira, bronca y hasta odio dependiendo de hacia donde este dirigida. De buenas a primeras el objetivo primordial de esta emoción es asegurar la consecución de ese deseo.


El problema que se nos presenta no es la sobrecarga en si misma, es la manera que tenemos de canalizarla, de expresarla y de implementarla. Podemos usarla para hervir agua o para quemar la casa entera, todo depende de donde tengamos el foco.

El sustrato biológico


Desde un punto de vista químico, ante la presencia de un obstáculo percibido como una amenaza, nuestro cerebro le da la orden al organismo para que segrege adrenalina y noradrenalina, los neurotransmisores de posibilitan los comportamientos de alerta y actividad, de confrontación y lucha. Esto nos era muy útil en la antigüedad, en vísperas a una batalla era mucho mejor tener un montón de soldados enojados y hasta furiosos, si ibas por la sábana y de repente te cruzabas con un león lo mejor que te podía pasar es que se dispare este mecanismo lo antes posible para bridarte la fuerza física necesaria y así encarar la batalla.


El desequilibrio se produce cuando queremos utilizar este mecanismo generado en situaciones antiguas para resolver situaciones actuales que no requieren de tal respuesta adrenalinica. A veces, y esto puede parecer gracioso, nos ponemos a discutir con nuestra pareja con la fuerza necesaria para luchar con un león.


El enojo es muy funcional a la hora de aumentar nuestros recursos físicos, pero no lo es para aumentar nuestra capacidad de coordinación a la hora de resolver un problema. Les propongo que se imaginen a un cirujano enojado. ¿Se operarían con el?.


La coordinación y la precisión necesarias para un buen desempeño en cualquier tarea compleja encuentran mejores resultados en estados de relajación y calma.

La influencia de las creencias


Cuando la sobrecarga energética del deseo se expresa como enojo, puede hacerlo de diferentes maneras. Esto depende en gran medida de la interpretación que haga nuestra mente de la situación y naturaleza del obstáculo.


Si evaluamos que ese obstáculo actúa "a propósito" contra nosotros es muy probable que nuestra respuesta sea un "enojo destructivo". Por lo tanto queremos hacerle sentir a ese "obstáculo" lo mismo o aún más de lo que sentimos nosotros. Esta es la base para escalar los problemas y hacerlos aún mayores que cuando comenzaron y es la esencia de la batalla.


Si por el contrario interpretamos que la causa de nuestro enojo no tiene la voluntad específica de perjudicarnos y es por ejemplo como un dolor de estomago que no te permite hacer tu deporte favorito, nuestra frustración seguirá existiendo, pero es diametralmente más difícil que escale hacia un enojo destructivo.


Ante cada frustración tanto consciente como inconscientemente sacamos conclusiones, evaluamos, es decir, damos un sentido a la causa generadora de "nuestra" emoción. Es desde allí que consideramos si existe una intención adversa o no. El tema nuevamente recae en la interpretación que estemos haciendo de la situación. Si comprendemos que las personas actúan cada uno desde todas sus experiencias vividas, crianza, aprendizajes y recursos, podemos empezar a entender que la mayoría de las veces no hacen las cosas para dañarnos, sino que simplemente es un mecanismo de su accionar con el que podemos o no estar de acuerdo. Nuevamente nos encontramos con la profunidad, y en ella la compresión de los elementos que hacen a los demás y a las circunstancias comportarse como lo hacen, como mecanismo de regulación emocional. Suelo decir que nadie "te hace" nada, la gente "hace cosas" y está en nosotros y en la interpretación que hagamos de esa acción el efecto que esta nos va a producir.


El problema principal radica en que muchas veces usamos la reacción que es adecuada para una batalla extendiéndola al resto de las situaciones en las que tenemos que enfrentarnos a un impedimento que nos frustra.

Muchas personas tienen la tendencia psicológica y existencialista a imaginar que todas las cosas que le pasan en su vida actúan desde una voluntad adversa, que están ahí específicamente para hacerles daño. Esto las pone en una atmosfera emocional de guerra continua, están siempre preparados para la batalla y "peleándose" con las circunstancias.

Cuando esta actitud se hace habitual termina por convertirse en una forma de organizar la experiencia. Viven buscando enemigos, donde la mayoría de las veces no los hay.


Podemos darle otra mirada a la situación, si el rasgo esencial de la vida es el aprendizaje que nuestra consciencia realiza en la solución de los problemas, los obstáculos empiezan a convertirse en interrogantes, incógnitas a resolver. Estas efectivamente tienen el poder de frustrarnos y demorar nuestros logros, pero no generan reflejos inmediatos de enojo bélico-destructivo.


En vez de preguntarnos. ¿Quién es el enemigo acá?, podemos indagar en: ¿Cuál es el problema que a todos nos beneficiaría resolver?.

En palabras de Norberto Levy: "En este período en el que los valores y las modalidades de la cultura competitiva están tan expandidos, donde todo parece ser motivo de competencia, estamos muy expuestos a interpretar cada obstáculo que surge en el curso de una relación como la manifestación de la voluntad adversa del rival de turno. Este rival puede ser el vecino, una amiga, un amigo, un compañero de trabajo, un jefe, etc, que imagino que quiere oponerse a mi propósito y vencerme. No es de extrañar entonces que el clima emocional de una incesante batalla sea el que fatigue nuestros días y deje exánime a nuestra capacidad de colaboración, cooperación, entusiasmo y alegría".


Entre la paz y la guerra


Todo conflicto es un llamado a la paz. El tema es que no sabemos bien que es o que representa para nosotros esa "paz". Creemos que esa sensación de paz es lo opuesto a la guerra, pero no se si estoy tan de acuerdo con esta acepción. Si lo que existe en primer lugar es un conflicto y la disolución de este conflicto es la paz, entonces para resolver lo que creímos que era un conflicto tuvimos que de alguna forma hacer a un lado eso que nos conflictuaba, por ende, dejamos de aceptarlo tal cual es. Si me desenojo luego de la resolución de un conflicto y esto me trae paz, la próxima vez que se de una situación similar voy a responder con la misma cualidad de enojo. Esto nos lleva a la pregunta, ¿la paz es algo que se puede tener?. ¿Podemos apropiarnos de la paz de una situación quitando del medio lo que "no creemos que está bien"?.


Si apartamos la visión del otro en un intento por estar en paz, entonces no solo que no nos estamos apropiando de la paz, sino que estamos intentando resolver un conflicto con un conflicto.


La paz no se tiene, la paz se es. No es un estado, es una característica clave para nuestro desempeño como seres humanos.

La guerra surge de la impotencia, es un acto amigo del miedo. Les recuerdo que el miedo no es algo "negativo" en si mismo, el problema radica en como respondemos a él. La respuesta surge de nuestras ⁸, por lo tanto primero tengo que vivir la "batalla" en mi mente para luego traducirla a la realidad. Entro en guerra con un otro, con las circunstancias, con mis propias emociones en el mismo momento en que las empiezo a ver como enemigos. El conflicto, la mayoría de las veces, se genera en un exceso de identidad egoica. Sin la ausencia de una "percepción separada" no puede existir la paz. "Yo soy así y vos de otra manera, mi verdad es la única que existe y la tuya no es valida, por lo tanto no te escucho, pego un portazo y me voy o por las dudas te ataco para reducir el mundo a lo que dicta mi realidad. Cuando no exista más tu verdad entonces voy a estar en paz". Este es el proceso interno que lleva a las guerras y por ende a las expresiones de enojo disfuncionales.


El miedo es el principio rector, creo que mis recursos están siendo vulnerados, que mis creencias están siendo cuestionadas, creo que el otro o yo mismo puedo privarme de mi propia visión de la realidad. Se me viene la imagen de Dumbledore en Harry Potter cuando este se saca las memorias de su mente con una varita mágica, esto no es posible, nadie puede venir y sacarte las cosas de tu mente, todavía no se inventó el hurto mental. El enojo surge de un conflicto, que primero nace de un miedo, un miedo a cambiar, un miedo a aceptar, un miedo a sentirme parte de una situación y experiencia compartida. Los intensos nacionalismos generaron millones de muertes, la identificación fanática con algo, alguien, una creencia, un pensamiento, una forma "correcta" de hacer las cosas es lo que nos lleva a enojarnos, explotar y destruir.


Con esto no quiero decir que enojarse este mal, el tema es como estemos respondiendo a este enojo. Les propongo que empiecen a observar aquellas cosas que "les sacan la paz" por que si algo lo hace es por que vos le estas dando lugar. Nadie tiene una varita mágica para sacártela.


Por otro lado, no le temas a tus conflictos, estos son una invitación a una mirada profunda. ¿Qué aspectos de tu personalidad representan un conflicto y como podrías entrar en "paz" con ellos?.


El enojo, y la lucha que este a veces produce, esconde una impotencia de abrazar mi miedo y el del otro. ¿Qué miedo se esconde detrás de tu enojo?, ¿que cosas de vos pensas que están siendo vulneradas? y sabiendo esto ¿qué pedidos podrías hacer para desenojarte?.

Un pedido no es una exigencia, es una proposición, voy a hablar de esto más adelante.


El enojo que resuelve

Enojarnos, nos enojamos todos. Es parte de nuestra vida diaria, siempre hay algo con lo que no estar de acuerdo, siempre hay alguien que hace algo que no nos gusta y de más está decir que las cosas rara vez pasan como nos las imaginamos. El tema no está en si te enojas o no, está en la manera en la cómo reacciones cuando te surge esta emoción. Siempre pongo el mismo ejemplo, una cosa es reaccionar ante la circunstancias y otra muy diferente responder. Cuando reaccionamos somos víctimas y entregamos todo el poder de nuestra libertad personal a eso que "nos hizo enojar", le exigimos en consecuencia que nos "desenoje", como si la emoción fuera de las circunstancias, nos perdimos el partido de futbol por que se largó a llover, entonces vamos a pedirle a la lluvia que nos quite este enojo y también nos devuelva el tiempo que "perdimos", esto no es posible. Cuando respondemos, en cambio, lo hacemos desde la capacidad que tenemos como seres humanos de elegir que hacer cuando algo sucede. Esta en cada uno de nosotros expresar el enojo desde una perspectiva resolutiva y frenar los impulsos destructivos que llevan a empeorar la situación. Esa persona que generó tu respuesta emocional no puede sacarte el enojo, menos aún si le gritas, o juzgas su comportamiento. Por el contrario siempre está en vos hacer pedidos que contribuyan a desenojarte.


Diferentes maneras de expresar el enojo


Profundicemos un poco más. Ya sabemos que el enojo se compone de 3 cosas, una es el disparador, la otra es su respuesta biológica y por último están nuestras creencias como rectoras del proceso, pero nos está faltando una parte sumamente importante. ¿Qué hacemos con todo ese remanente de energía que se nos acumuló en en cuerpo?. Hay que descargarlo.


1°) La descarga


La descarga del enojo funciona como una válvula de escape de una olla a presión. Descargar la tensión que se generó permite que el sistema vuelva a recuperar el estado más adecuado para su funcionamiento.


La tradición cultural propició la supresión del enojo y por ende terminó suprimiendo sus canales de expresión. "Expresar el enojo está mal, no es correcto y es además, señal de debilidad". Esta frase la escuchamos muchas veces. Como lo expresé antes, el hermetismo cultural en torno a las emociones generó una falta de experiencia en las formas de expresión de las mismas. Por lo tanto frecuentemente la ira se muestra en términos del "todo o nada". O me callo o pierdo el control sobre mí mismo. No hay un punto medio. Por ello la graduación y no al supresión de las emociones es una conquista evolutiva que es, a su vez, producto de la ejercitación. Podemos aprender a expresar nuestras emociones de maneras que nos abran más posibilidades resolutivas. El enojo es un gran aliado para hacer valer nuestros derechos y trasformar lo existente, todo depende de como lo gestionemos.


Con esto empezamos a comprender que una cosa es la acción de descarga y otra muy diferente atacar al prójimo o en ciertos casos a nosotros mismos. La descarga es una acción independiente de la presencia física del otro y su función es disminuir la tensión adrenalínica acumulada para poder pensar mejor y tomar mejores decisiones.


Todos nos descargamos de manera diferente, en esto radica el autoconocimiento. A mi me sirve hacer deporte, es un descargador increíble. Otros lo hacen mediante el arte, caminando, bailando, etc. Un factor de descarga por excelencia es "el tiempo", a medida que este pasa la adrenalina va disminuyendo en el torrente sanguíneo. De aquí surge el consejo popular "contá hasta 10 antes de reaccionar". Una herramienta muy útil que usamos en coaching es "la conversación para futuras conversaciones" cuando mi emocionalidad no me permite seguir adelante con una conversación resolutiva y siento que voy a tirar todo por un barranco propongo posponer el encuentro para un momento donde me sienta preparado para conversar. Lo mismo pasa internamente, cuando algo de nosotros mismos nos frustra no es bueno tomar decisiones en un estado de ira, lo mejor es sentir esa emoción, mirarla y tomar determinaciones "con la mente en frio".


Conclusiones finales sobre la descarga:


  1. La facilidad, rapidez e intensidad con que se produce la carga del enojo varía de una persona a otra.

  2. Lo que hace daño del enojo es la acción destructiva sobre el otro o uno mismo. No la descarga en sí. El foco no está en resolver, esta en dañar lo que alimenta el proceso generando daños en el camino.

  3. Cuando la descarga no se realiza adecuadamente la carga adrenalínica se acumula y puede producir complicaciones que van desde problemas de salud hasta el resentimiento, ahondare un poco mas sobre esto más adelante.

2°) Hacerle saber al otro el impacto que su acción produjo en nosotros


El otro no puede leernos la mente. Alguien hace algo y esa acción produce que tu cuerpo aumente sus niveles de adrenalina, esa emoción es tuya. Expresar el enojo no tiene que ser siempre mediante actos de violencia verbal y/o física. Estos comportamientos contribuyen agravar muchísimo al situación al punto de olvidarnos cual era el problema en realidad. La clave para la resolución del conflicto está en expresar con claridad lo que sentimos, no lo que "nos hizo sentir" el otro. Esto se llama "autoafirmación" y es el proceso en el cual nos hacemos cargo de nuestra emoción y de los pedidos que tenemos que hacer para que esta se solucione, además de que haciendo esto brindamos información a nuestro interlocutor para que entienda el motivo de nuestro enojo y por ende le damos más alternativas de acción que simplemente gritarnos en respuesta.


No decir nada, pegar un portazo e irnos, agrava la situación. Primero porque no nos permite ver el punto de vista del otro, segundo porque no resolvemos el problema y tercero porque no descargamos la "sobrecarga de energía". ¿Qué pasa cuando la energía se queda encapsulada?. La descargamos en otro momento que por supuesto ya no es el adecuado, destruyendo no solo un vínculo sino que tal vez dos o más. Puede pasar que no al descarguemos nunca y que esa sobrecarga se transforme en resentimiento. Re sentimos la situación constantemente, buscando soluciones desde la imaginación, interpretando escenarios y trasladando este comportamiento a situaciones futuras y desarrollando creencias que ensombrecerán otros vínculos.


3°) Formular una propuesta reparadora


La formulación de una propuesta para reparar lo reparable en esa situación y la construcción de un proyecto que asegure en lo posible que el problema no se repita es muy importante para que el enojo cumpla su función resolutiva.


Cuando empieces a comunicar tu propuesta, te recomiendo que sigas los siguientes pasos.


  1. Expresá que te hizo sentir la situación, hablá desde los hechos. Evitá totalizar al otro en su accionar, (vos sos un desconsiderado, un egoísta), esta actitud puede generar graves problemas en tu vínculo, además de que si todavía no escuchaste su versión no tenes ni idea de que pasó realmente. En vez de llegar a las 18 hs llegaste a las 19 hs, esto me hizo sentir desplazada/o. Siento que no me estas teniendo en cuenta y eso me enoja mucho.

  2. Comunicá que recursos perdiste y como te gustaría recuperarlos. Si me hubieses avisado antes podría haber hecho tal o cual cosa. Siento que perdí tiempo y que podría haberlo utilizado para otra cosa.

  3. Proponé una acción que te desenoje. No me quiero quedar en este bar, te propongo ir a caminar un rato para descargar mi enojo y al mismo tiempo te pido que la próxima vez me avises con tiempo.

La formulación de una propuesta reparadora solo es posible desde la "autoafirmación". Este es el pilar sobre el que se sostiene tu habilidad para responder con integridad al enojo.


La autoafirmación


¿Y qué es autoafirmarse?. Es, como su nombre lo indica, afirmarse a sí mismo. Es expresar con claridad la propia necesidad o punto de vista . Poder hacerlo no es sinónimo de salud psicológica, pues esta función se puede ejercer de un modo maduro o inmaduro. Pensemos, por ejemplo, en un vínculo de pareja:


La autoafirmación es inmadura cuando la expresamos de forma invasiva, es decir, cuando presentamos nuestra necesidad sin tener en cuenta a quien nos escucha. "¡Yo quiero esto, y no estoy dispuesto a dar el brazo a torcer!". Esta modalidad se acerca más al mero egocentrismo despótico.


La autoafirmación es madura cuando no sólo presentamos nuestra necesidad claramente sino que además lo hacemos de un modo que tiene en cuenta las posibilidades de recepción del destinatario y asumimos luego una actitud receptiva para escuchar la respuesta.


Ya expliqué de diversas maneras, nos afirmamos maduramente desde entender que mi verdad no es la única y que muchas veces para resolver un conflicto voy a tener que encontrar un punto medio, utilizar nuestra mente creativa para unir visiones diferentes en pos de una solución común.


La autoafirmación inmadura pretende imponer, en tanto que la madura tiende a proponer.

Lo interesante de una "propuesta" es que permite al otro responder con libertad ante el pedido que le estemos realizando. Esto es muy diferente a "exigir" que las cosas se hagan como yo quiero. Proponer algo que nos desenoje y que contribuya a la resolución del conflicto es un proceso que comienza en la comprensión de nuestras creencias y autoconocimiento.


Por otro lado, siempre que "proponemos" algo lo hacemos "en pro" a solucionar. Esto hace referencia a un propósito. Este propósito no es del otro o de las circunstancias, es tuyo. Comunicarlo con claridad es tu responsabilidad.


Recapitulemos


En resumen, el principio para empezar a gestionar mejor nuestros enojos es comprender primero de que se componen, entrar en profundidad y hacerles preguntas. ¿Qué lo causa?, ¿cómo se siente y de que manera puedo regular la intensidad de esta sensación?, ¿qué creencias acompañan mi enojo? y por último ¿de que manera lo estoy expresando?. En cuanto a esto último, la idea es expresar esta emoción de maneras que nos acerquen a la resolución del problema y no a la creación de nuevos. Para lograr eso podemos tener en cuenta 3 conceptos, la descarga, la expresión de lo que sentimos y la formulación de propuestas reparadoras desde una autoafirmación madura.


Preguntas importantes - Norberto Levy


Les acerco una serie de preguntas que la gente le hizo a Norberto Levy en una entrevista expuesta en su libro "La sabiduría de las emociones" para reflexionar un poco más sobre este tema. Siento que podría escribir un libro entero sobre esta emoción. Es sumamente interesante como cada cultura trata al enojo y la ira. Las religiones y corrientes filosóficas como el Budismo también tienen su propia cosmovisión del tema, pero eso es material para futuros artículos.


¿Enojo, ira y odio son lo mismo?


"Los tres términos aluden a la misma emoción en diferentes grados de intensidad. El enojo suele asociarse al grado menos intenso. La ira, en esta escala, representa una forma intermedia, y el odio, la forma más intensa y destructiva".


¿Qué relación existe entre enojo y resentimiento?


"El resentimiento es enojo enfriado y «cronificado», producto de un enojo que nos desorganizó y que, por lo tanto, no pudimos expresar ni resolver en el momento en que lo vivimos".


¿Qué relación existe entre miedo y enojo?


"Las dos emociones tienen en común el señalar la presencia de algo que es vivido como amenazador , tanto para la propia identidad como para algún deseo particular. Se activará el predominio del miedo o del enojo según la relación de proporción que exista entre la magnitud de la amenaza y los recursos con que se cuente para resolverla. Para utilizar una metáfora sencilla: si es un mosquito que zumba persistentemente y nos molesta mucho, reaccionaremos con enojo. Si, en cambio, es un león suelto con el que nos cruzamos por la calle, nuestra respuesta será el miedo".


Cuando me enojo, insulto, me descontrolo y creo que para hacer lo que vos propones hay que ser la Madre Teresa de Calcuta...


"Cuando uno no ha aprendido a autoafirmarse bien se descarga a través del insulto y el escándalo, y le parece que no hacerlo de ese modo es propio de seres que poseen una santidad especial, pero si observamos bien veremos que no es así, que todo eso que tú haces, a la larga no resuelve nada, y por lo tanto la frustración, el esfuerzo y la impotencia se multiplican y el malestar se hace crónico. En el aprender a enojarse bien no hay ninguna renuncia significativa. No es una cuestión de santidad sino de desarrollar la capacidad de resolver problemas, y al hacerlo todos se benefician".


¿Enojarse equivale a pelearse?


"Enojarse y pelearse no es lo mismo. Pelear es entrar en batalla, y eso implica dos que combaten entre sí, cada uno con el deseo de vencer. En ese clima emocional frecuentemente se agravian, se insultan, se hieren. Todo lo cual deja, casi siempre, el mismo residuo: heridas, resentimiento y culpa".


"El enojo, en esencia, no es necesariamente pelea. Es un intenso desacuerdo que en la mayor parte de los casos implica un problema a resolver".


"Durante el enojo el clima emocional de la situación es, por supuesto, tenso e intenso, pero se trata de un estado transitorio que no deja el residuo del resentimiento por los agravios. Por el contrario, un buen enojo en una pareja o entre amigos, que ha conseguido resolverse, enriquece y templa la relación".


"El enojo, en su esencia misma, está diseñado para ser transitorio, y que por lo tanto cumple su función adecuadamente cuando arbitra los medios para iniciar el camino de su propia cesación".


Cuando me enojo no quiero proponer sino exigir...


"Si para que cese nuestro enojo con alguien necesitamos que se produzca un cambio en su actitud o en su sentimiento, nuestra única posibilidad es transmitírselo y dialogar todo el tiempo necesario hasta que ese alguien se sienta de acuerdo con la propuesta. Y ese diálogo sólo puede darse cuando está muy claro para ambas partes que el «sí» y el «no» son respuestas igualmente legítimas, más allá de que una pueda gustarnos mucho más que la otra".


Yo le tengo miedo al enojo del otro. ¿A qué se debe?


"Si vivimos el enojo como algo masivo, sin gradaciones, tipo «cero» o «cien», el enojo posible del otro será para nosotros, siempre «cien». Si, además, no hemos aprendido a autoafirmamos de un modo maduro, sabemos que estamos expuestos a quedar paralizados o a estallar en ira, y que nos embarcaremos en una pelea descomunal —entre «cien» y «cien»— que terminará por destruir el vínculo".


"Muchas personas dicen: «No he dicho tal cosa por miedo a que se enojara.» Esas personas imaginan el enojo del otro como el fin de todo, algo que debe evitarse a toda costa y que, cuando ocurre, es una catástrofe sobre la cual nada se puede hacer. Lo que cura ese miedo es saber que «la película» no acaba con el enojo del otro, que si hemos aprendido a autoafirmamos respetuosamente, luego de escuchar la ira del otro podemos seguir presentando nuestro punto de vista de tantas maneras como sea necesario".


A veces estoy muy enojado y no quiero ver más a la persona que provocó mi enojo. ¿Es eso un error?


"Existen situaciones en las que lo que ocurrió es de tal significación que hace que efectivamente uno no quiera ver más a esa persona, sucesos que ponen en evidencia en el otro rasgos que son incompatibles con nuestra noción de la amistad, la pareja o lo que sea. Esa decisión es parte de nuestra libertad de elegir nuestras relaciones y adquiere toda su significación cuando sabemos que no reaccionamos así ante cualquier enojo".


"Hay personas que, al no saber cómo enfrentarse a las situaciones de enojo, suelen cortar la relación como forma habitual de reacción. Se trata de la «modalidad quirúrgica» de resolución de conflictos, y eso ya es distinto. El problema de esta precaria actitud es que se dejan por el camino muchos vínculos potencial mente valiosos, y quien reacciona así vive con la inquietante sensación profunda de que no cuenta con la capacidad de conservar lo que valora".


Yo me ofendo fácilmente y me cierro; ¿tiene que ver con esto?


"Sí. Uno se ofende cuando se siente herido por algo que el otro hizo y se apoya en la idea de que el otro «¡no tendría que haber hecho eso!». Entonces se cierra y se retira. Uno no puede decirle que se siente herido porque generalmente ello implica mostrar un aspecto propio especialmente sensible o vulnerable que cuesta reconocer. De ese nudo interior surge la ofensa y el corte".


"Cuando uno comienza a legitimar interiormente el pro- pio aspecto vulnerable se le hace más sencillo reconocerlo ante el otro y comunicar la herida que ha experimentado. Al abrir ese estado se hace más fácil aceptar que el otro hizo lo que hizo, uno no se centra tanto en que «¡no tendría que haberlo hecho!» y orienta su energía en la dirección de: «Dado que hizo lo que hizo, veamos cómo se resuelve".


Yo no puedo enojarme con la gente que quiero, y eso me trae problemas...


"Cuando uno cree que enojarse es pelearse y comenzar una escalada hacia la destrucción del vínculo, no tiene más remedio que «cerrar los ojos y dejar pasar», aunque después le traiga problemas. A esta confusión se agregan algunas creencias muy generalizadas, que dicen: «Si quieres a alguien no puedes estar en desacuerdo con él», o «Si expresas el enojo, el afecto se perderá». Lo que tienen en común estas creencias es que suponen que el afecto y el enojo se excluyen recíprocamente: o uno o el otro. Y, en realidad, es exactamente al revés: una de las actitudes que más ayuda a que el enojo conduzca a un camino resolutivo es poder sentir y expresar el enojo con afecto".


Yo quiero que el otro se sienta culpable por lo que hizo...


"¡No tendría que haber hecho esto!, o ¡Tendría que haber hecho tal cosa!, implican priorizar lo que uno imagina acerca de cómo debería ser el otro y a qué modelo debería ajustarse. Por supuesto que uno se frustra y sufre mucho cada vez que el otro no se ajusta a ese modelo y trata de que él también sufra sintiéndose culpable por lo que hizo. De ese modo uno intenta, además, que cambie su comportamiento sin necesidad de decírselo de modo explícito y directo. En la medida en que uno va creciendo y es genuinamente autónomo va desarrollando otra visión y otra actitud. Puesta en palabras sería: el otro es el otro y en última instancia está más allá de todo modelo que yo tenga acerca de él. Por lo tanto, le reconozco el derecho de actuar como actúa".


"Eso no significa que quede sometido e inerme ante él". "Si estoy en desacuerdo con lo que hace se lo expresaré con toda claridad y firmeza y haré las propuestas o demandas que crea necesarias. Pero también sé que allí termina mi jurisdicción. Él puede decir que sí o que no, y admito esas dos posibilidades. En función de su respuesta veré qué es lo que hago".


Yo expreso bien mi enojo y el otro me contesta mal y sigue haciendo lo que quiere...


"Expresar bien el enojo no garantiza que el otro vaya a cambiar de acuerdo con nuestro deseo. Sólo asegura que uno «no echa más leña al fuego» y que está creando las condiciones más propicias para que el desacuerdo se resuelva".


Cuando me enojo me desorganizo, ¿podrías hablar de eso?


"Dijimos que cuando el deseo encuentra un obstáculo que amenaza su realización, recibe un remanente de energía —el enojo— que está destinada precisamente a fortalecer las posibilidades de realización de dicho deseo. Para que el enojo actúe fortaleciendo, la persona necesita contar con recursos que puedan implementar dicho remanente. Si esos canales no existen, la sobrecarga desorganiza en lugar de fortalecer, y el modo en que lo vivimos es de confusión y desesperación. Se trata de la desesperación de la impotencia".


Mi problema es que con quien más me enojo es conmigo mismo...


"Si usted siente que su enojo es contra usted mismo, la primera propuesta que le hago es que observe cuál es específicamente la parte suya que lo enoja. El término «yo mismo» es muy amplio y poco diferenciado. Uno nunca se enoja con uno mismo sino con algún aspecto, más o menos abarcador, de uno mismo. Es necesario saber qué aspecto es (si se trata de un aspecto inseguro o miedoso, etc.) para poder iniciar la tarea de resolución".


"Una vez que el aspecto ha sido identificado, el proceso es igual que el que se da con una persona del mundo externo, con la salvedad de que cuando es un aspecto nuestro (por ejemplo el inseguro) el que nos enoja, todos los protagonistas son interiores. Tanto el aspecto inseguro como quien se enoja con él. Esto significa que ambos están bajo la órbita de nuestra jurisdicción".


"El desacuerdo interior es el vínculo preferencial para aprender a transformar el enojo que destruye en enojo que resuelve".


Una conclusión final:
"Creo que la tarea de gestionar nuestro enojo vale la pena, porque cuando una persona ha aprendido a utilizar esta energía para darle más determinación al intento de resolver el desacuerdo que enoja, y eso se logra con el mínimo daño de todos los protagonistas, en la vida de esa persona ha cesado la guerra inútil".

FIN


Gracias por leerme, los escucho, tienen mis redes de contacto, pueden usarlas para comentarme que les hizo sentir esta reflexión y por supuesto de que temas les gustaría leer. Cualquier cosa es bienvenida. Sigamos sembrando juntos que algo lindo va a salir...


Un saludo y que tengan un lindo día.


VG - Coach.






Comments


Publicar: Blog2_Post

+54 9 294-154-695594

©2022 por Reflexiones de café. Creada con Wix.com

bottom of page